¿Cuál es la naturaleza del mal?, ¿De dónde proviene esa noción de lo maligno?, ¿Y nuestras acciones malas en el sentido de maldad, hasta qué punto son resultado del libre albedrío o de la influencia de entidades oscuras que juegan a su antojo con nosotros?
Cada una de estas preguntas son tan antiguas como la conciencia del hombre sobre sí mismo; la noción que crece desde lo más profundo del inconsciente sobre el entendimiento y afirmación de una naturaleza oscura, de la misma forma que nace la noción de la divinidad.
Tenebris Testibus del artista plástico Jesús Montalvo, coloca en su centro ese misterioso mundo que para muchos puede encontrarse en el interior material tangible del ser humano, oculto bajo tierra o como un simple viento que sopla y estremece la piel hasta erizarla, reflejo y manifestación.
En cada una de las 17 obras que conforman esta muestra, el autor presenta a una entidad tenebrosa, demoniaca, cuya belleza resalta su propia fealdad, andróginas, que permanecen a lo largo del tiempo y el espacio.
Jesús Montalvo irremediablemente plantea la discusión sobre el bien y el mal, aunque su énfasis esté sobre lo segundo es indispensable recurrir al primero, en una dualidad aún incomprensible de manera satisfactoria. “Estamos frente al mal y no sólo ignoramos lo que se halla ante nosotros sino que tampoco tenemos la menor idea de cómo debemos reaccionar”, afirmaba Carl Jung (1961).
El artista también nos recuerda la finitud, la existencia condenada. La temporalidad en formas constantes y equilibradas, forman parte sus trazos.
Tenebris Testibus tiene referencias a la moda y al arte sacro. Sus personajes son glamorosos, atractivos y seductores; y al mismo tiempo, una muestra de rebeldía hacia una devoción religiosa impregnada sobre todo en el cristianismo.
Las obras de Jesús Montalvo, elaboradas en técnica wash y óleo, nos ponen frente a lo seductor que puede resultar el mal y quizá, a quienes estén detrás de él.
