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sábado, julio 27, 2024

Los grandes saurios dormitan al sol la en mañana del domingo

Reportajes

César Rito Salinas

/abro los ojos.

Como si escuchara a lo lejos las zapatillas de mi madre rumbo a la cocina, como si escuchara la lluvia sobre los cristales de la ventana, el roer de un ratón, la gota de agua que se fuga en el zinc. Como si acabara de recibir un fuerte golpe en la nuca y recién abriera los ojos con la mirada llena de estrellitas.

Con lo recién escrito en los últimos renglones de la libreta recargado sobre los párpados, pienso en el diálogo.

La emoción que puedo tener cuando leo frente a los grandes árboles.

El domingo recibimos la noticia de la muerte de mi padre, en domingo florece el lenguaje, cuando los recuerdos corren hacia la catástrofe. En domingo termino el duelo por la muerte de mi padre, que duró cuarenta y cuatro años. El domingo me doy cuenta que la pena que causa su muerte cabe en dos o tres palabras dichas después del dolor, el gran golpe, y que la vida corre bien sin el duelo.

Puedo estar dentro de ese dolor, pero igual estará presente el dolor si yo me ausento. Cuando logro reconocer que cesó ese largo duelo me resulta de un fuerte impacto, un golpe grande como lo fue saber el principio del duelo, cuando yo tenía nueve años.

 Recién abro los ojos, ¿dónde estoy?

El dinero llama al dinero, me lo dijo mi madre, allá, en el barrio. En la calle los borrachos invocan con una moneda el dinero del mezcal.

– El Diablo.

La moneda refulge bajo la luz mercurial mientras, a lo lejos, cantan los gallos.

Entre las hojas del libro soy un niño que se guía por el volumen de los colores. En la mañana busco la página donde detuve la lectura la noche anterior, será que lo narrado llega entre las marcas.

Encuentro la página, mis ojos reconocen los renglones marcados con rojo y azul. Tengo preferencia por el subrayado a dos colores, armo una estructura de sonidos a partir de los colores.

Cuando realizo la jornada de lectura utilizo un bicolor, como los maestros albañiles en las alturas del edificio en construcción, que trajinan entre andamios y muros amparados por un trozo de lápiz entre la oreja. Me gustan los subrayados cortos, remarcar en rojo; despiertan mis sentidos, me disponen a abrir el pensamiento, me orientan entre la mañana de los ojos cansados.

El azul construye concepto y significado, constancia y trabajo, teoría literaria.

Siete líneas rayadas en tono azul, seguida de una línea punteada en rojo arman el sonido específico que llega desde mis ojos a todos los órganos del cuerpo.

 – El Diablo.

El aire de la mañana agitó los papeles oscuros.

– Pon El Diablo.

Cuando leo el rojo y el azul me acercan a la realidad figurada en el preciso instante en que aparece sobre la página el amarillo con el sonido repleto de calles, mezcales y cantinas recorridas en la adolescencia, repletas con los gratos olores del amanecer.

– El Diablo.

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