Cuauhtémoc Blas
Con una concentración en la Iglesia de Santo Domingo, del Centro Histórico de Oaxaca, de nuevo decenas de periodistas se sumaron a la protesta nacional contra la persistencia de esta ola de asesinatos de comunicadores en México. Tocó ahora, y en mala hora, a Oaxaca la agresión armada contra el colega del Puerto de Salina Cruz, Heber López Vásquez, reportero y responsable del Portal Noticias Web.
Ese Puerto istmeño ha cobrado mayor relevancia por las obras del Proyecto Interoceánico del gobierno federal. Con esto ha crecido económica, política y delincuencialmente. De tal manera que fue ahí donde se cometió el más reciente homicidio en contra del ejercicio de la libertad de expresión y de información de la sociedad.
SERVIDORES PÚBLICOS, QUIENES MÁS AGREDEN
La agresión a los periodistas aumenta en vez de disminuir. Las estadísticas oficiales informan que el 43 por ciento de las agresiones a periodistas son perpetradas desde el sector público. Superior a la desplegada por la delincuencia organizada, el 33 por ciento. Son datos de la Secretaría de Gobernación federal.
Es claro que la impunidad a los delitos cometidos en México alimenta las agresiones. Si hay más del 90 por ciento de impunidad, parece fácil cometer delitos no solo contra los periodistas, sino contra ciudadanos de todas las profesiones y oficios. Destacan los imparables feminicidios, en permanente aumento. Los asesinatos de activistas sociales poseen el 99 por ciento de impunidad.
Esta terrible situación ha tenido y tiene hoy responsables: el gobierno federal carente de una estrategia nacional de seguridad. No la hay, es evidente. Las reuniones matutinas del Gabinete de Seguridad en Palacio del Gobierno Federal, no arrojan resultados.
Lo mismo sucede en Oaxaca, donde también se entiende que realizan esta Mesas de Seguridad, cuya responsable sería la señora Karina Barón, secretaria Técnica de la Coordinación Territorial para la Construcción de la Paz en Oaxaca, nombre tan largo como muy corto de resultado.
Otro responsable es el gobierno del estado de Oaxaca. En estos casos de agresiones y asesinatos de periodistas ocurridos en la entidad, tiene, incluso, mayor responsabilidad porque son delitos del fuero común que le compete a su Fiscalía Estatal investigar y procurar justicia. Esta situación es peor en Oaxaca que figura entre los estados del país con el índice más alto de agresiones a periodistas, el 57 por ciento, superior a la media nacional.
Junto con la detención de los dos presuntos asesinos materiales de dos periodistas: Lourdes Maldonado de Tijuana, Baja California, y Heber López de Salina Cruz, Oaxaca, las presuntas investigaciones de los otros tres periodistas caídos entre enero y lo que va de febrero están sin resultados.
LA IMPUNIDAD EN OAXACA
En Oaxaca, las estadísticas de impunidad siguen siendo altas, como mencionamos, prueba de ello es la falta de información sobre el asesinato del periodista Gustavo Sánchez Cabrera, en la ciudad de Tehuantepec, también en el Istmo, perpetrado en junio del año pasado. Nada dice la Fiscalía de Oaxaca al respecto. Tampoco del atentado contra el periodista José Ignacio Martínez, también del Istmo de Tehuantepec, a finales de febrero pasado.
Los municipios tienen, de igual manera, responsabilidad, pues en ellos se da el mayor número de agresiones a comunicadores en la entidad. Hasta la fecha ninguna autoridad municipal ha sido siquiera llamada a comparecer, incluso con todo y denuncias presentadas en su contra. No se molesta a los ediles ni con una llamada de atención. En años anteriores ha sucedido con mayor claridad en estos: Huajuapan, Tuxtepec, San Agustín Loxicha, Santiago Jamiltepec, San Lucas Ojitlán.
Ahora las agencias municipales se suman a las agresiones, pues los detenidos como presuntos asesinos de Heber López, están notoriamente vinculados a una autoridad auxiliar municipal en Salinas del Marqués, Salina Cruz. Así, avanzamos hacia el precipicio, no solo con los tres niveles de gobierno sin voluntad de parar la impunidad, lo que está en sus manos, sino, además, ahora se sumarían las agencias como corresponsables de este baño de sangre.
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